MELVYN GRANT (ICE SCHOONER)

Capítulo XI

-PIRATAS CONTRA PIRATAS-

 Navegaron con viento a favor, las tripulaciones habían sido distribuidas, la mitad en el Halcón, la otra mitad en el galeón, como también dividió su carga, medida adoptada previendo un posible cambio de parecer entre la nueva marinería. Roberto seleccionó los mejores de sus hombres para el Halcón entre los que se encontraba Abdul, el cocinero y el piloto que tenía la nave a su cargo como marinero de experiencia y entendido en cosas de mar.

La misión del Halcón consistía desde este momento en dar escolta al galeón; el Halcón debía proteger el precioso cargamento, y proteger a su vez el del galeón de él dependía el que pudiesen abandonar la piratería definitivamente.

Varios cañones del galeón fueron instalados estratégicamente en el Halcón. Roberto dotó ambos juegos de artillería suficiente hasta convertirlos en unos barcos de ataque, siendo el Halcón de más fácil maniobrabilidad y rapidez en sus desplazamientos. El galeón por su estructura y peso aunque bien armado sería a lo sumo un barco defensivo o de apoyatura.

El galeón quedó con algunos cañones menos no disminuyendo por ese motivo su capacidad defensiva. El cañón de largo alcance proporcionaba una superioridad artillera sobre cualquier otra embarcación, con este cañón podía hacer blanco sobre un oponente permaneciendo al mismo tiempo fuera de su distancia de tiro. Fue una suerte que este cañón estuviese entre el cargamento, como igualmente lo fue la abundante pólvora, munición y armas. A veces la casualidad se muestra generosa ofreciendo a los individuos todo aquello que necesitan, otras, por el contrario, nada les ofrece, escatimándoles en ocasiones hasta la esperanza. La casualidad o la fortuna, como también suele llamársele, parecen ser antojadizas y comportarse caprichosamente, una reflexión profunda sobre ellas, hace cambiar de opinión a quien la haga. Todo está enmarcado en el gran camino de la vida, en el dinámico movimiento de la existencia, en el acontecer inmutable pero continuamente cambiante del universo. Un día da y otro quita, allí deshace y aquí construye, es una ley de equilibrio misterioso con normas de antemano prefijadas que tiende hacia unn fin armónico.

Esta misma casualidad proporcionó los instrumentos para la vida de piratería, esta misma casualidad proporcionó un cambio en sus vidas, esta misma casualidad con el extraño fenómeno luminoso de las Bahamas proporcionó el cambio de sus mentes y sentimientos, la misma casualidad que pone en sus manos la liberación de los esclavos de un barco negrero, esta misma casualidad puede proporcionarles la ruina y la muerte con la misma facilidad que le ha proporcionado bienaventuranza y riqueza. Pero qué motivo tendría ésta para tal cosa, el capricho no es su comportamiento, hay causas que hacen distanciarles de ella, hay intenciones que hace que se aleje con su buena estrella o más aún, que ponga impedimentos insalvables. Tan falta se encuentra la vida de protección, tan falta se encuentra el hombre de ayuda, que a quien protege y ayuda, la ley cósmica universal ayuda por medio de la casualidad, que es capaz de detener lo que imparable parecía, o capaz de poner en movimiento la más absoluta de las quietudes. Su poder es total, drástico, se haya investida de todo poder, es la ejecutora de una acción que ella misma ejecutándola obedece. La casualidad los ha protegido, ¿Por cuánto tiempo? Esta respuesta solamente está en ellos pero ellos no lo saben.

Se dirigían al Caribe para desembarcar en una de las islas a los viajeros del galeón. El Halcón lo escoltaba a poca distancia detrás, éste más pesado tanto por las proporciones como por su carga se desplazaba lentamente, aunque sus numerosas velas y la habilidad del piloto poco retenían la velocidad del Halcón.
Los viajeros repartidos en ambos barcos, vigilados e instalados en dos camarotes con frecuentes permanencias y salidas a cubierta, eran respetuosamente tratados pero también era una carga humana que no dejaba de llevar consigo un posible peligro de sublevación. Nada hacían con ellos aquellas gentes a los que nada les unía y ningún ideal con ellos tenían en común.

Cierto día de navegación, a últimas horas de la tarde, el vigía anunció barco a la vista y luego dos barcos más, su rumbo, en principio distinto, fue variado al divisar al galeón y al Halcón, comenzando una sorda y lenta persecución.

Roberto puso su barco a la altura del galeón comunicándose con el piloto, las banderas que ondeaban en lo alto de los mástiles de aquellos barcos eran inconfundibles aún en la lejanía, su color negro y calavera con tibias cruzadas indicaban quienes eran. Tres barcos piratas con piratas a bordo con las intenciones bien claras de atacarlos, conseguir el botín que pudiesen y hundir los barcos sin importarles la tripulación. Procedían del Caribe, zona en la que habitualmente se movian haciendo incursiones hacia el sur para interceptar las embarcaciones no sólo de la zona caribeña sino también de las que procedían del Perú y Chile, que del Pacífico atravesaban el estrecho de Magallanes o el cabo de Hornos en el límite sur del continente americano. Interceptarían si tuviesen ocasión, los barcos que partiendo de Argentina, Uruguay y Brasil tenían su rumbo a través delAtlántico hacia España y Portugal.

El día comenzaba a ocultar su rostro, la oscuridad les protegería momentáneamente, mientras tanto los buscarían y los perseguirían constantemente.

Tres barcos bien armados, tripulados por marineros conocedores de todas las tretas y trucos de abordaje, eran enemigos peligrosos, tanto por su número de barcos como en número de hombres.

Roberto marcó su rumbo a parir de ahora hacia Europa, encendiendo todas las luces cuando hubiese oscuridad total. En determinado momento el galeón debía apagar toda luz y torcer el rumbo en 35 grados, el Halcón por ser más rápido, intentaría despistarlos manteniéndose a la vista con una sola luz de popa, para que los siguiesen a ellos; el galeón podría de esta forma ponerse fuera de peligro.

Pareció bien al piloto y a la tripulación la maniobra, aún sabiendo que los tres barcos se abrirían en abanico no abandonando la persecución tan fácilmente.

El plan fue llevado metódicamente. El galeón varió su rumbo alejándose en la oscuridad como una sombra, mientras el Halcón mantenía el suyo. Toda la tripulación de ambos barcos se encontraba en estado de alerta con las armas preparadas para un ataque por sorpresa. No debía hacerse ruido, no debía encenderse luz alguna, se prohibió fumar en cubierta, hablar lo indispensable en susurro y a ser posible no hacerlo, todas las medidas que se tomasen serian pocas, el cargamento peligraba y las vidas también.

Muy avanzada la noche, Roberto ordenó las mismas medidas previsoras del galeón, silencio y oscuridad total con todo dispuesto para el ataque, orientó su barco en el rumbo del galeón. Abandonado en el mar un bote con una luz de farol colgada de un palo para que sirviese de señuelo, intentando con esta treta confundirles todavía más.

La tensión se acumulaba en ellos, cualquiera de los dos barcos descubiertos por separado no tendría posibilidad alguna de salir victorioso, juntos podrían realizar una resistencia eficaz y si la suerte los ayudaba, salir airosos del trance. La noche les pareció mas corta que las habituales porque los ocultaba con su negro manto.

El tiempo se puso a su favor, negras nubes cubrían el firmamento ocultando la luna que con su brillantez suave podía delatarlos, además amenazaba tormenta. El galeón y el Halcón con todas las velas desplegadas intentaban salir del radio de acción de sus perseguidores, de no logarlo esta noche no lo conseguirían nunca.

Los corsarios perseguidores siguieron la luz del barco de Roberto, después se aprestaron para un posible combate cercando el bote con un amplio circulo esperando la llegada del día para iniciar la batalla. Su sorpresa no tuvo nombre al hallarse ante un bote vacío alumbrado por un farol. Su capitán estaba furioso, de un humor insoportable, no sabía que dirección tomar, les llevaban varias horas de ventaja y con rumbo desconocido. Localizarse en el océano era más difícil empresa que localizar un aguja en un pajar. Más calmado el capitán y pasados los primeros momentos, desistiendo en una inútil búsqueda, admiró la destreza y astuta habilidad de quien fuera quien fuese su capitán oponente. Abandonó la persecución y ordenó un rumbo rutinario con el propósito de localizar algún otro barco en rutas habituales.

Ese mismo día se encontraron los dos barcos en el punto acordado, Roberto fue recibido por la tripulación del galeón con gritos de orgullo y contento. Los viajeros y el que fuera capitán del galeón no dejaron de admirar la maniobra de un consumado marinero en un muchacho tan joven, comprendiendo que aquellos hombres eran piratas pero de otro estilo, ellos recibían buen trato, las mujeres no fueron molestadas, este no era comportamiento de piratas. La curiosidad les hizo preguntar por aquellos hombres, por su pasado y por sus vidas, un silencio sepulcral se hacia ante esta pregunta, el cocinero respondió una vez “preguntárselo al viento”.

En una de las numerosas islas caribeñas se abastecieron de agua y viveres, descansaron 10 días, ocultaron los barcos en una bahía, escoraron los barcos y los carenaron. Pusieron las embarcaciones a punto limpiando el casco de moluscos adheridos, repusieron las tablas afectadas por gusanos y cortaron árboles para la construcción de un bote en sustitución del perdido.

El indio inca, marinero en el galeón y ahora pirata como todos sus compañeros, contó la historia de su pueblo y como vivían según a él se lo habían contado sus padres, y a ellos los suyos y así sucesivamente. Cuando contó costumbres y la forma de vida que su pueblo tenía antes de la conquista de los españoles, la tripulación quedó admirada de lo sabiamente organizada que estaba su sociedad, aquella descripción les pareció ser el paraíso. Todos los días le hacían repetir la historia bien en grupos bien individualmente, historia que el indio contaba pacientemente con la seriedad que caracteriza al indio cuando habla y mucho más cuando habla nostálgicamente del pasado glorioso y brillante de su pueblo, que ahora estaba prácticamente desaparecido.

A las preguntas pormenorizadas y que desconocía, respondía “eso no me lo contaron”.

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